16/04/09


Hasta hace unos minutos permanecía inquieta la ilusión de un cambio. Pero una máquina la ha destrozado con una breve frase. 'Boleto no premiado'. He conducido hasta mi casa con una ilusión nueva en la cartera y con unos euros menos. Que gire la rueda.
Estoy sentado en la terraza planteándome mi presente, observando mi futuro, poniendo esperanzas en posibilidades inciertas e intentando ser realista en un contexto oscuro. Muchos alaban mis aptitudes pero no soy válido para un mercado que me encuentra superior para sus labores de desescombro. Y yo perdido entre mis realidades sin tomar un rumbo fijo y decidido. Sin saber donde alumbra la estrella polar y sin instrumentos que sirvan para enfocar mi proa.
El tiempo transcurre sin llamar a mi puerta e invitarme a acompañarlo. Me lo encuentro a ratos y contemplo toda mi historia como momentos ineficaces, improductivos. En los que no he obtenido nada salvo lo inútil de las buenas relaciones y el deseo de, en mi entorno, mejorar algo la vida con un poco de libertad y de cercanía. Pero eso no se aprecia. Los lazos con los que se unen las relaciones son débiles y, como mal calzado, siempre hay que estar pendiente a él para que no te encuentres descalzo en medio del páramo

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