Niños con armadura

Los niños y las niñas de mi barrio salen a la calle con armadura y espada. Son como caballeros que tienen una batalla diaria. En sus relaciones personales, en la configuración de su ser social, tiene que estar continuamente defendiéndose. Lo hacen con la palabra, con el insulto, con la denigración del otro/a. Lo hacen con la fuerza, ¡que nadie te humille, qué nadie crea que te puede dominar! Es inmensamente importante que los otros/s sepan que tú no eres débil. Que puedes golpear más fuerte cuando el otro/a pretenda golpearte.
Los niños y las niñas de mi barrio están en la red con armadura y espada. Utilizan la palabra para, veladamente, agredir al que no está de su parte. Tienen la palabra amor tan manoseada que convierten las relaciones en uso y disfrute personal, en pillaje, en saqueo, en infantilismo lacrimógeno.
Los niños y las niñas de mi barrio se ayudan entre ellos/as a sobrevivir, a dar con más fuerza, a mantener la compostura y a llorar en silencio.
Los niños y las niñas de mi barrio tiene un corazón tan grande que lo protegen con armaduras y espadas, para protegerlo, sin darse cuenta que lo están convirtiendo en el material de las armaduras y de las espadas.

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