22/10/09bis

Enfrentar tradición y realidad social es una ocupación la más de las veces inútil. Porque es enfrentar dos maneras de ver muchas veces antagónicas. Una analiza desde preceptos, seguridades que se anclan en lo que ha sido siempre y la otra desde lo que va pasando en el presente no teniendo en cuenta, en ocasiones, la tradición que ha marcado y marca el presente.
El Consejo Escolar de Cataluña ha recomendado el cambio de denominación de las fiestas escolares, llamando a las fiestas de Navidad Fiestas de Invierno y a las de Semana Santa Fiestas de primavera. Desde un lado y desde otro habría argumentos para estar a favor y para estar en contra, basados en la tradición o en la realidad social que configura actualmente la sociedad.
Parece lógico pensar que en un Estado aconfesional, las fiestas de los escolares no deberían estar denominadas por unas fiestas de carácter religioso, pero es también cierto que esas fiestas escolares se producen en esas fechas porque lo que pasa en esas vacaciones tiene un carácter religioso. Sería montarse un eufemismo como cuando se celebraban las Fiestas de Invierno cuando lo que de verdad se celebraba era el Carnaval.
En un Estado aconfesional lo que parece más lógico es reflexionar sobre la funcionalidad de las vacaciones en relación con el rendimiento escolar del alumnado y del profesorado, así como la relación de éstas con las de padres y madres y en general con todo el sistema social. Pero se está haciendo de una manera, digamos deductiva, partiendo de unas fechas predeterminadas, que en este caso son de tipo religioso, y a partir de aquí montar todo el edificio.
Quizás la manera más correcta sería hacer la reflexión de manera inductiva, como antes se afirmó, partiendo de la funcionalidad y el rendimiento.
El problema está ahí. Tradición o funcionalidad. Dejarlo todo como está, maquillándolo con nuevos nombres o hacer una reforma lógica en el que prime el rendimiento del alumnado

Comentarios

Entradas populares